Janice está embarazada, y sus padres, con la excusa de que no está preparada para ser madre, la presionan para que aborte. Tal decisión no hará más que agravar sus problemas psíquicos hasta tal punto que acabará internada en un centro de salud mental. Allí se somete, en primer lugar, a una terapia de grupo, que será pronto suspendida por la burocracia hospitalaria, por lo que se le aplicará un tratamiento más tradicional, a base de fármacos y electroshock. Los reproches de sus padres durante las visitas contribuyen a empeorar su situación.